miércoles, 7 de agosto de 2013

La niña del faro de Jeanette Winterson

Cuéntame un cuento, Pew.

¿Qué clase de cuento, pequeña?

Uno con final feliz.

En el mundo eso no existe.

¿Un final feliz?

No, un final.

Érase una vez un farero ciego y una niña huérfana llamada como el metal que refleja el 95% de su propia luz. El señor Pew y Silver viven en un faro en la costa de un pueblecito de Escocia. Su existencia se basa en el relato de cuentos e historias que acompañarán a la pequeña Silver muchos años después. Entre sus historias está la de Babel Dark, un hombre colmado de amor y de rabia.

El gif siguiente ilustra perfectamente la naturaleza de este libro:

I’m using this unironically.

Ya me había topado con la señora Winterson antes. Pero como ocurre con la mayoría de los tesoros, es una señora a la que encontré por casualidad. Sus libros no son bestsellers, sus libros no aparecen en otros libros, incluso es muy probable que ninguno de los miembros de nuestras tertulias literarias haya oído hablar de ella. Pero tras encontrarla y sumergirme entre las páginas de sus libros, he llegado a la conclusión de que antes de haberla leído estaba incompleta. Sí, señores, es esa clase de escritora.

Pero vayamos al grano, shall we? La niña del faro es un libro especial. Es un libro sin trama, o más bien donde la trama es lo menos importante. La niña del faro es un libro sobre otras historias. ¿Lo pilláis? Para contar otras historias, debes sacrificar la tuya propia. Pew y Silver (nuestra narradora) interactúan constantemente planteándose el sentido y el corazón detrás de cada historia. Pew es la voz del anciano que narra todos los cuentos que conocemos de memoria, es el abuelo cuya sabiduría del mundo siempre nos deja perplejo. Un hombre que ya lo ha vivido todo. Silver es todo lo contario, una niña joven, curiosa, incauta. Una niña que no ha empezado a vivir. Estos dos personajes son necesarios porque como todos sabemos, una historia se define según quien la cuente.

―Puedo enseñarte (sí, a cualquiera) para qué sirven los instrumentos, y la luz destellará cada cuatro segundos como lo ha hecho siempre, pero tengo que enseñarte a mantener viva la luz. ¿Entiendes lo que eso quiere decir?

No, no lo entendía.

―Las historias. Eso es lo que tienes que aprender. Las que yo sé y las que yo no sé.

―¿Cómo puede aprender las que no sabes?

―Cuéntalas tú misma.

Nos encontramos quizá ante la deconstrucción de una historia, de cualquier historia de varias historias, de nuestra historia. Porque esto es lo que hace Jeanette Winterson coge la narrativa, la pone del revés, le da mil vueltas y la convierte en algo suyo para después plasmarlo en el papel. No esperéis un principio, un nudo y un desenlace, porque no esa clase de historia.

Ay, ¿qué decir de la escritura de este libro? Es como si Jeanette tomase las palabras en la palma de sus manos, las acariciase y las besase y luego las soplase sobre las páginas para que cada letra quedase perfectamente encajada en cada espacio. En resumidas cuentas, es la clase de escritura que te da ganas de aovillarte en un rincón y llorar desconosoladamente porque nunca serás capaz de dominar las palabras como lo hace esta mujer.

La oscuridad era una presencia. Aprendí a ver en ella, aprendí a ver a través de ella y aprendí a ver mi propia oscuridad.

Por último, la cantidad ingente de simbolismos de este libro. No soy la clase de lectora que los busca, pero en este libro te asaltan prácticamente en cada página. Un teólogo llamado Babel, una familia llamada Dark regentando los faros de la costa Atlántica, la teoría del evolucionismo oponiéndose al creacionismo como Jekyll se enfrenta a Hyde. Quizá mi favorito sea el mismo faro, que también sirve de elemento narrativo. Un faro es un lugar fijo al que acuden muchas otras historias, los mismos marineros no se guían por los mapas náuticos sino por las historias que hay de cada faro. Como una biblioteca o una catedral, lugares cuyas paredes tiemblan por el peso de todas las palabras y todos los relatos y todas las vidas.

Desenrolla el papel, mira la brújula y, si tu rumbo es el correcto, allí estarán las luces. Lo que destella en cualquier otra parte no es sino una trampa o señuelo.Un faro es un punto conocido en la oscuridad.

En definitiva, ¿recomendaría este libro a todo el mundo? No. No es un libro para todo el mundo. Pero no todas las historias son para todo el mundo, sólo para aquellos que deciden escucharlas.

VEREDICTO:

Desde ahora en adelante, siempre veré los faros envueltos en un halo de poetismo casi hiératico.

P.S.: Dadle la bienvenida a la bloggosfera a Laura y a su blog (*click, click*). Queredla y mimadla mucho. Decid que venís de mi parte.

7 comentarios:

Cristina Leitón dijo...

Tú sí que has hecho que quiera tumbarme en un rincón abrazada a mí mientras lloro por no haber escuchado antes el nombre de esta mujer. Necesito leer algo de ella. Siéntete orgullosa.

Anónimo dijo...

Se ve tan bonito :) me gustaria leerlo!

Elena Bel dijo...

Vale, qué ganas tengo de leer algo de esta mujer. ¡Hace sólo dos minutos vivía en la más completa ignorancia, aaaah! Me ha encantado y, según lo que cuentas, me ha recordado un poco a Virginia Woolf - supongo que no será lo mismo pero déjame vivir feliz xD -. No, en serio, voy a buscar algo de ella ahora mismo. Se agradece que alguien por la blogosfera reseñe algo diferente y no los mismos libros - juveniles hasta la médula - una y otra vez.
Un beso :)

Jocy dijo...

Que buena reseña, de Jeanette he leido ya 5 libros y es una adicción, sin duda ahora seguiré con este libro.
Saludos

Cristina Leitón dijo...

Acabo de descubrir que el traductor de La niña del faro es Alejandro Palomas. Es el autor de mi libro preferido: El tiempo que nos une. Enseguida he pensado en ti.

María dijo...

A mí me ha pasado como a ti con esta autora, en mi caso encontré La mujer de púrpura y me encantó, no sé cómo no se conoce más, porque tiene unas historias alucinantes. Concuerdo contigo en que no son historias para todo el mundo.

¡Saludos!

Marina García dijo...

Pues lo tengo anotado, porque echando un vistazo en la página de Lumen (tienes unos libros que para qué de maravillosos) me gustó mucho su argumento, y esa portada tan rara. ¡Los caballitos de mar no son tan bonitos como pensamos! En fin, que ahora que leo tu reseña, subrayo la novela con fosforito. Un besote ;).

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